miércoles, 29 de mayo de 2013

El rollo sociosexual

Si alguien tuviera el valor y la resistencia para haber leído los dos posts anteriores se preguntaría... "¿Y a qué viene esto?"

Esto viene para expandir mi neurosis de forma higiénica. Llevo muchos años sin capacidad para controlar la cantidad de pensamientos infructuosos a lo largo del día. Quizá debería salir a correr (voy a hacerlo), dedicarme más a los estudios (voy a intentarlo), y disfrutar de este paraje en el que me toca vivir por ahora (ya hago lo posible, creo). Pero tengo una profunda adicción por darle vueltas a las cosas, por intentar adelantarme a los acontecimientos. No creo que sea un trastorno paranoide ni esquizofrénico. Simplemente pienso y pienso en condicional, sobre cosas pasadas y sobre cosas futuras.

Lo he hecho con la literatura. Aunque nadie le guste, he escrito un par de frases, nada serio, sobre fantasía que relaciona la ciencia ficción, el mundo de la magia y los poderes y alguna que otra cosa más. También lo he hecho con el rol, intentando crear mundos de fantasía de los que poco ha quedado. También lo he hecho con filosofía y política. Y ha sido formativo, aunque no haya producido muchos cambios en mi vida.

Ahora le toca a la sociología/psicología, supongo. Al igual que Freud intentó relacionar los objetivos de la psique con los del animal que somos en el fondo, yo quiero hacer un intento de intento, por entretenerme.

El objetivo de esto no es aprender a tratar con las personas, o analizarlas. El objetivo es básicamente lúdico. También tiene su peso como racionalización del libre albedrío.

Ya me han hecho notar, con mucha razón, que la racionalización no es la solución a nada. Por supuesto que no, pero no viene mal a la hora de formular hipótesis.

Y estas hipótesis requieren un lenguaje. No busco aspirar al matemático, mucho más perfecto de lo que se pueda hacer hoy en día con las personas. Sólo se trata de hablar de los comportamientos sociales con objetivos materiales. Las cosas no se hacen por hacerlas, y decir que es para sentirse bien es quedarse a medias. "Sentirse bien" es como una sensible en armonía, necesita una resolución, un "porque" o un "para".

Amor, felicidad, miedo... son sensaciones que sólo apreciamos fuertemente en humanos. En otros animales podemos sentirlas también, pero sólo en situaciones en las que la causa de esa emoción es fácil de ver. Al igual que no podemos sentir el miedo y la felicidad de otros animales con la sutileza que sentimos los nuestros, tampoco es nada fácil, casi imposible, desentrañar la causa de estas sutilezas.

Y aquí viene el poco metodismo científico que se puede utilizar: lanzar una hipótesis y ver si cuadra con el mundo. Para ello, extraer conclusiones. Muchas conclusiones, conclusiones que no hemos observado aún en la sociedad, para evitar lo peor de la situación, caer en pseudociencia barata.

La pseudociencia se caracteriza por muchas cosas. Una de ellas es explicar cosas que ya se conocen basándose en la experiencia y en un intento de lógica PERO sin descubrir ni predecir. Ciencia es la que predice, no la que explica o la que descubre. Ciencia es la que funciona. Y ese es el camino: descubrir algo que no sepa, y, por supuesto, falsarlo con todo el odio que puedo usar hacia mis propias estupideces, que es bastante pero no mucho.

(Próximamente quizá haga una serie de episodios amorosos, para recordar lo que sentí y lo que hice, con objetivo de no ser un infeliz a la altura de cómo lo fue James Ellroy, véase su autobiografía "A la caza de la mujer")

jueves, 23 de mayo de 2013

Conductas pseudosexuales

Vamos a seguir con el rollo raro de la entrada anterior:

Conductas pseudosexuales como actividad social común. La hipótesis inicial va a ser: Dar salida a un interés sexual sin intención de realizarse, es decir, mostrar cariño. Objetivo: ganar pretendientes adecuados (no en número sino en calidad), como el de cómo ser con los demás.

Este rollo raro va a ser llamado a partir de ahora, perspectiva sociosexual. Por qué? Porque al revés mola menos, y por qué precisamente estudia los comportamientos sociales desde el objetivo de conseguir sexo de calidad, con pretendientes adecuados, con buenos genes al menos en apariencia (no sólo física, pero al fin y al cabo apariencia es mientras no se demuestre que los genes busquen otra cosa que no sea aparentar, como a muchos les gusta).

Elaboremos una conjetura: Con estas conductas pseudosexuales (que un animal sólo haría prácticamente como acercamiento al sexo) se busca una conexión social. Una referencia. Si te das dos besos con una persona que es atractiva, agradable e inteligente para el espectador, el espectador piensa de ti que eres... una persona normal. Quizá no eres una mala persona, o no eres tonta de remate, pero la referencia que tiene el espectador de ti es buena pero completamente etérea: Darse dos besos es una conducta pseudosexual, un gesto de cariño, normalizado.

Sin embargo, darse un abrazo, cogerse de las manos y pegar botes mientras se dan grititos, decir te quiero en plan amistoso, hacerse el gesto del cunnilingus o guiñarse el ojo de cachondeito no están normalizados, unos más y otros menos. Cada gesto tiene de por sí unas connotaciones, porque precisamente el no estar normalizado limita la experiencia de ese gesto, y eso provoca prejuicios. Si el espectador lo ha visto hacer a un tipo de gente, si ve alguien que lo haga probablemente sea de ese tipo de gente. Si ese tipo de gente tiene algo en común, probablemente el espectador piense que tienen algo en común quienes acabe de ver haciéndolo con quienes había visto hacerlo.

Pero aparte de esto, si uno se imagina personas haciendo cosas de ese tipo, está claro que cuanto más se acercan a actividades de pareja, cuanta más confianza parece haber (porque parece necesaria para hacer algunas de esas actividades) entre esas personas, más posibilidad de pensar que tengan algo en común, no con quienes se conoce que hacen ese gesto (que también) sino entre las dos personas.

Así, el cariño entre esas dos personas se vuelve un vínculo que las beneficia en la medida en que el espectador opina de la otra. El espectador estaba viendo a una chica atractiva, agradable e inteligente y a otra. Es decir, conoce a una de ellas, que llamaremos chica A. A la chica B sólo la conoce físicamente (pongamos que es algo menos atractiva que A, p.e.). Cuanto más cariño demuestre A por B, mejor imagen tendrá el espectador de B, sin conocerla. Sin embargo, si B muestra más cariño por A que A por B, se invierten los roles, y B pasa a ser cariñosa, quizá, pero no del interés de A como antes.

A estaba demostrando en el primer ejemplo una conducta psedosexual. Y le estaba dando al espectador una buena referencia de B. Si B mostrara más o menos cariño hacia A es prácticamente indiferente. Repito que A es la referencia del espectador, es la chica de las dos que él conoce. Y son los gestos de A los que el espectador valora de B, y no los de B.

Si B mostrara más cariño que A, no es que se valorase negativamente el cariño de B: Es que lo que se valora es el contraste, que A da menos cariño, y por ello parece cariño negativo, aunque quizá sólo está cansada y por eso no sonríe tanto como es habitual en ella.

Así que estos gestos tienen un valor, una unión tribal, no es sólo decir delante de los demás mira qué bien me cae mi amiga, doy fe que es buena gente. En los humanos hay profundos mecanismos sociales, luchas de poder y también tratados de paz, entre cada pareja de individuos que interactúan.

Y ello nos lleva a reinterpretar los gestos de pareja. La finalidad no es ayudarse el uno al otro a ligar, pero estas conductas tienen un efecto retroactivo: Intentamos decir, valoro a mi pareja, y ella me valora, y ambos intentan impregnarse de la imagen que la sociedad tiene del otro.

Por qué iba a hacer eso un animal? Para conseguir buenas referencias. Para encontrar al Otro.

lunes, 20 de mayo de 2013

Cómo ser con los demás?

Vamos a intentar tratar esto de manera biológico-evolucionista-sociológica-guay. Esto es, explicando el fundamento animal ("Los pájaros no van en bandadas porque se caigan bien entre ellos: se caen bien porque la bandada les beneficia"). El que no le guste o no lo entienda pero no tenga nada constructivo que decir, que le jodan haber estudiao que lo pregunte y se le contestará con toda la amabilidad disponible, que yo creo que suele ser la suficiente o más, aunque todavía es un campo en desarrollo en industrias Iozu&co.

De lo que quiere conseguir uno de los demás se hablará otro día porque hoy no me interesa. Seguro que sería mejor al revés, pero sorpresas te da la vida. (Es decir, que hoy estoy motivado para esto, y para lo otro, pues la verdad, es camisa de once varas en este momento).

La pregunta es cómo conseguirlo. ¿Cómo acordar, no verbalmente, ese intercambio de favores? Está claro que hay cosas que conseguimos a cambio de otras, pero cuando hablamos en términos de neurosis, si me permites la locución, el acuerdo es bastante más complicado, más sutil.

¿Por qué? Porque lo que yo llamo la paja mental (conjetura neurótica sobre la que asienta cualquier ser humano parte de su felicidad de manera completamente gratuita y estúpida) número uno es "Quiero esto, y lo quiero gratis, sin dar nada a cambio. Que la gente me ame por como soy, sin esforzarme."

Ya se me ha escapado la palabra mágica en cuanto uno habla de neurosis: amor. Este amor es una de las cosas que uno quiere conseguir de los demás (mecachis, que no quería yo hablar de eso hoy). Y se le llama amor, aunque no tenga que ver con el coito, por un motivo muy importante: por su semejanza con lo que da una pareja.

En el reino animal (póngase un documental de la dos cualquiera en mute y este texto sonando de fondo con loquendo si le apetece) cuando los alimentos y la seguridad están satisfechos, el único bien por conquistar es el sexo. ¿Por qué? Ya sabéis, los que no se reproducen no dejan descendencia, los que no disfrutan (aunque sea medianamente) del sexo no se reproducen... al final, da igual si el sexo sirve para algo, pero mola (como el experimento de los monos, la escalera con el plátano arriba, y la ducha fría, que por cierto, no ha sucedido nunca realmente, que se sepa).

¿Cómo mola? Con quien mola. Por eso de que si un animal escoge una pareja con tres patas en vez de cuatro (por motivos genéticos) es posible que muchas de sus crías no sobrevivan, el sexo mola, pero con quien sea molón. Si los hombres tienden a escoger lo mejor de lo que encuentran y las mujeres tienen un mínimo y por debajo no hay tu tía aunque lleve un año sin, es una entrada pendiente. Estoy recopilando material porque se queda muy sosita, en mi cabeza al menos.

El caso es que vamos a lo mejor. Y cuando encontramos algo que nos convence, pues con ese para toda la vida y punto, que ha demostrado tener buenos genes y otras características para criar niños y formar un hogar. Mentira. Eso, para los inconscientes (que no el inconsciente, que eso es una parte de nuestra mente según Freud), para los que donde dijeron digo, dicen diego. No, jamás encontramos lo mejor, tenemos un Otro, como lo llama Rosa Montero (algún día cobraré por hacer publicidad de lo que voy leyendo), con lo que buscamos, con lo que admiramos, frecuentemente imposible, por contradictorio, porque cambia cada día, y porque muchas veces queremos algo que simplemente no conocemos y cuando lo tenemos, lo despreciamos, por no hablar de lo que despreciamos simplemente porque lo tenemos, aunque nos guste...

Total, que ese Otro sigue ahí, en búsqueda y captura. Aviso a navegantes, esto no quiere decir que no queramos a nuestra pareja, no, lo que quiere decir es que somos (unos) infelices, dependiendo de cuánto se aleje la pareja de nuestra imagen del Otro, pero un poquito siempre.

¿Problema? Los otros animales, seres mucho menos neuróticos (en general, que los loros no se quedan cortos, p.e.), con Otros mucho menos desarrollados (al final me convenceréis entre todos de que es una medida de neurosis, pero yo sigo buscando una fagotista cinturón negro doctorada en física cuántica) de un vistazo hacen una selección, y con poco más al matrimonio (algunas veces breve). Nada de noviazgo, no necesitan conocerse tanto (seguro que hay alguna excepción, ojalá la encuentre) como nosotros.

Entiéndase noviazgo como la fase de la relación amorosa antes de considerar que ésta es estable. ¿Para qué sirve? Pues porque si no se parece al Otro, no mola el sexo (Nota mental, explicar relación entre machismo, religión y neurosis femenina). Así que comprobamos si se parece. Y si se parece, seguimos comprobándolo. Claro, llega un punto en que la comprobación se basa en verificar que no cambia y que a poder ser mejore, pero con poquito que mejore, o incluso aunque empeore un poquito, nos apañamos. Definición de fase estable de una relación.

Pero en cualquier fase de la relación, incluso cuando no hay fase, hay un juego al que le encanta jugar a nuestros genes con nuestra conciencia: ¿Cuánto vales? Claro, uno quiere conseguir lo mejor, ¿pero cómo? Pues siguiendo la red de prioridades que nuestra consciencia, sin demostrarnos que son buenas o que son fiables de ninguna forma lógica y razonable, tiene para nosotros. Tengo que ser lo mejor para conseguir lo mejor.

¡Y volvemos a la paja mental número uno! "Quiero ser el mejor porque soy así, no quiero cambiar por nadie porque eso me humilla. Yo me quiero mucho, y los demás también deberían quererme, porque yo soy lo más, te lo digo yo, que me conozco y por eso me quiero".

Es que claro, queremos ser mejores únicamente para conseguir Lo mejor (lo más parecido al Otro que existe), para que Lo mejor nos aprecie, nos admire, así que nuestra regla de medir no sirve para nada. Lo importante es la de Lo mejor (y a cada rato es alguien distinto, lo que más se parezca al Otro que esté cerca, a la medida universal de distancia "sisalgocorriendofollo"), la del Otro a fin de cuentas. Un Otro que no existe más que en nuestra cabeza, pero que nos empeñamos en creer que la gente se le parece, y que por supuesto no tenemos ningún dominio sobre él. Menos aún que sobre la gente corriente.

Las comparaciones son odiosas. En este caso, también para el que compara. Así que nuestros genes nos mandan que vayamos por ahí haciéndonos respetar por la gente que tiene valor, con un empeño proporcional al valor que tengan según la vara de medir nuestra (pensaréis, por fin libertad: Pues no, ahora lo aclaro), y ya que nos ponemos, también por gente que nos pueda dar valor ante personas de valor (al igual que el conocido refrán "trata bien a una fea: siempre tendrá una amiga guapa", las acciones sociales tienen su importancia, no tanto por quienes te aprecien, sino por como hablen de ti).

Usar nuestra vara de medir no dice nada de nosotros. Recordad que esa vara es el Otro. ¿Cómo elegimos al Otro? Cuanto más inconsciente es uno, más absurda y desdocumentada es su escala de prioridades a la hora de hacer las cosas (poco tiene que ver con lo que diga). Es inevitable que el otro tenga defectos, o que se valoren cosas que aunque buenas no tienen importancia, mientras otras con importancia se minusvaloran o incluso se desprecian. Porque la red de prioridades la ponen nuestros genes, basándose en lo que ven desde que nacemos. Y no, no tienen cerebro: Nosotros sí, pero ellos evitan que lo usemos.

A todo esto, la forma en que nos controlan, el por qué jugamos con ellos, es porque tienen lo que queremos: Droga. Esos genes, ese inconsciente o subconsciente o superyo o lo que sea (ya me gustaría que alguien que leyera esto pudiera entrar en matices, porque para decir tonterías mejor me dejo la pata metida en el pantalón), tienen completo dominio de nuestras emociones, de lo que nos mueve a movernos, y lo que intentan es reproducirse y que sobrevivan los churumbeles, lo que decíamos. Que muchos no lo hacen bien? Oiga, nuestros genes también son personas.

Así que mejor dejo lo de cómo conseguir que nos valore el Otro para otro día, que se hace tarde.